Estamos navegando en el ecuador de la campaña electoral y nadie (o casi nadie) se atreve a salirse del guión. Parece que en España estamos abocados a más de lo mismo. No buscamos ser mejores que el rival sino conseguir que el otro sea peor. En esa línea se han movido desde el primer día los socialistas y sus zafios, falsos y facilones productos de pinnacle. Al otro lado, la campaña en positivo se ha quedado en una buena intención pero me quedo con la sensación de que podía haber dado mucho más y está derivando, muy a mi pesar, en la crítica y el ataque sin aportar nada nuevo.
Y la plasmación de dicha campaña se vio el otro día en el debate televisivo. Me acerqué a Génova 13 a verlo con mis correligionarios y me lo pasé muy bien, compartí risas con algunos amigos y disfrutamos del debate cual si fuera un partido de fútbol de nuestro equipo favorito con la afición entregada. El resultado del debate creo que fue bastante obvio y me dio la sensación que López Aguilar pagó la novatada mostrando un preocupante desconocimiento del funcionamiento de las instituciones europeas. Creo que Mayor fue muy superior, pero no por un despliegue de facultades, sino porque la situación lo coloca a favor de viento y su rictus serio y sosegado llegaron a sacar de quicio al socialista, que en varias ocasiones interrumpió al popular (otro día me dedico a hablar de los malos modos y maneras de Juanfer, que en Canarias tenemos para escribir una novela).
Aún así, eché de menos más propuestas por parte de mi candidato, más concreción y más Europa. Entiendo la clave nacional de estas elecciones, pero vamos a elegir un parlamento europeo y no sabemos muy bien a dónde vamos, sobre todo tras el estrepitoso fracaso de la constitución europea y este Tratado de Lisboa que no ha arrancado con buen pie. ¿Queremos un parlamento europeo con verdadero poder legislativo y vinculante? ¿Queremos una comisión europea con verdadero poder ejecutivo? Éstas y otras preguntas importantes no las han respondido con claridad los grandes partidos. Por mucho parlamento que haya, hay que recordar que las decisiones las toman los consejos de ministros de la UE. Que los que se parten la cara por España en Europa son los ministros (bueno esa es la teoría, ya sé que estos que tenemos ahora no se pelean mucho por España) y no los eurodiputados y es la hora de cambiarlo. Y lo digo sin ningún miedo: Es hora de seguir cediendo soberanía a Europa.
También invito al PSOE a proponer algo diferente. Siempre han sido buenos comunicadores (ya que no dedican tiempo a la buena gestión, lo tienen para comunicar). Que abandonen los viejos discursos del miedo, la guerra, el 11-M (aunque ya sé que con un hooligan fanático como López Aguilar es complicado) y vuelva esa izquierda que siempre abogaba por la esperanza, la ilusión... Ya sé que siguen siendo igual de ineficaces, pero por lo menos sería todo más agradable.
Y a mi PP, que siga en el camino de los primeros días, de la alegría, el entusiasmo, las soluciones y no se deje empantanar con las descalificaciones del rival.
Y más Europa, más propuestas para Europa y el camino que debe seguir. Dejemos las reformas del mercado laboral, las modificaciones fiscales, los estatutos para las generales de ¿2012? y hablemos de verdad del Parlamento, la Comisión, el BCE, Lisboa, Bolonia y demás asuntos trascendentales.
Y quiero hacer un reconocimiento expreso a UPyD, Libertas-Ciudadanos y al candidato canario del PP Gabriel Mato. Los dos primeros han sido los únicos partidos que han apostado por una Europa más fiable, fuerte y ejecutiva (en dos formas completamente diferentes, pero tienen el camino claro). En especial tengo buena sensación de Libertas-Ciudadanos, a pesar de la persecución mediática de algunos, me han mostrado una firmeza envidiable y unas ideas más que interesantes. Y a mi candidato, Gabriel, que ha sido, dentro de la candidatura del PP, el más claro exponente de europeísmo, con un verdadero discurso europeo, alejándose de la vorágine reinante.
Veremos que nos depara la recta final de la campaña, aunque no auguro nada nuevo. Más crisis, más paro, más corrupción, menos Europa y poca participación. ¿Por qué será?